Medicina defensiva
Aunque muchos colegas sufren las consecuencias, poco se habla de este tema, en el cual incursioné prestando servicio de asesoría médica para reclamos en salud, motivado por la irresponsabilidad de los intermediarios de la Ley 100. Inicialmente logramos buenos resultados, pero infortunadamente con el tiempo encontramos que muchos colegas eran víctimas de los enfermos, o quizás debiéramos llamarlos presuntos enfermos.
En la práctica existen cuatro grandes enemigos de los médicos, a saber:
- Autoridades de la Salud
- Empleadores
- Pacientes
- Los mismos colegas
En cuanto al primer grupo: Autoridades de Salud, Todos sabemos, y muchos hemos sido víctimas de chantaje y extorsión por parte de funcionarios de algunas Secretarías de Salud que ni siquiera son médicos, sin trayectoria, sin conocimiento científico, pero si bien preparados en memorizar leyes, decretos, resoluciones, reglamentos, en general sin sentido alguno. Son los encargados de visitar nuestros consultorios y amedrentarnos para que les demos dinero, que casi nunca piden directamente, sino causan miedo o arbitrariamente incluso perjuicios reales, abusando de su autoridad y violando la ley y la Constitución, para proponer posteriormente, o insinuar métodos de evitar los perjuicios, que invariablemente consisten en darles dinero. Si alguien se atreve a denunciarlos, sus superiores los protegen, cierran las investigaciones y por alguna razón “coincidencia” logran que los jueces prevariquen. Hablo con conocimiento de causa pues soy víctima de dicha práctica, y pretenden impedirme trabajar en ultrasonido, pese a tener estudios especializados en la materia y más de 41 años de experiencia en ultrasonido. Pero no soy el único afectado. Hay médicos, bacteriólogos, fisioterapistas, enfermeras, etc.
¿Solución? Está en manos de las agremiaciones médicas y para ello se deben efectuar reuniones para exponer casos y posibles soluciones, fijar posiciones y sentar precedentes para defender nuestra profesión.
El segundo grupo, quizás el más conocido e inexplicablemente tolerado, los Empleadores, palabra que quizás requiere comillas, pues los médicos casi nunca son empleados, y trabajan la inmensa mayoría por prestación de servicios, sin Salud, sin horario, sin vacaciones, y teniendo que defenderse además de los otros 3 grupos de enemigos. ¿Solución? Ninguna, mientras no exista unión para defender sus derechos. Muchos médicos han sido agredidos por pacientes y por sus familiares, protestando por el incumplimiento y exigencias, precisamente responsabilidad de los empleadores. Tal violencia ha causado incluso la muerte de colegas. Pero derechos laborales, ninguno. Una empleada doméstica, aunque sin preparación profesional y a veces sin siquiera primaria, tiene más garantías que un médico.
El tercer grupo, los pacientes. Esto fue lo que me motivo a abandonar las asesorías para reclamos en salud. A medida que el médico perdía derechos y se le exigía más, perdía el respeto de sus pacientes y de la comunidad.
La medicina no es una ciencia exacta y aunque se pretenden imponer protocolos, con el fin, a largo plazo de reemplazar al médico por inteligencia artificial, sabemos que eso no funciona. No hay enfermedades, sino enfermos. La medicina se basa en evidencia cambiante y en ciencia también cambiante, tanto por los avances, como por los retrocesos, ya que muchas substancias y procedimientos han debido ser abandonados por sus efectos adversos. Y los médicos podemos tener diferentes formas de tratar la enfermedad, aunque los intermediarios pretendan imponer tarifas y tratamientos prestablecidos. Sabemos que muchísimas veces el mismo procedimiento para tratar el mismo diagnóstico, no funciona en diferentes pacientes, pues el diagnóstico puede ser igual, pero la enfermedad diferente. El código de ética Médica, respaldado por la Ley 23 de 1981, lo sostiene. El médico se debe basar no solo en la ciencia, sino en su experiencia, sentido común, instinto y características propias de cada paciente. ¿Pero qué sucede? Si el médico obra así de buena fe, el paciente puede de todas formas quejarse porque el médico no cumplió el protocolo. ¿Entonces? El médico debe actuar a la defensiva, encareciendo el servicio. Debe pedir exámenes adicionales para sostener su diagnóstico ante posibles reclamos. Y todo esto está dificultado por las limitaciones de tiempo para atender a los enfermos, reduciendo la calidad de atención. Hay que llenar códigos de RIPs, que violan la privacidad del acto médico, y que no tienen utilidad alguna, pues los diagnósticos están limitados a los protocolos enfermedad y código, que rara vez corresponden entre sí. Nos exigen formas de manejo de historia clínica diseñadas por ingenieros de sistemas que desconocen el acto médico. Lo sabemos, pues la impresión diagnóstica puede y suele ser diferente del diagnóstico final, ej.: cuantas veces una diabetes resulto ser prediabetes? – Una simple gripe puede tornarse en neumonía. Los pacientes suelen no seguir las instrucciones y debemos tener pruebas de lo que formulamos y eso costo en dinero y tiempo. Requerimos exámenes de laboratorio o de otro tipo, cuya calidad no depende de nosotros. Quien no ha recibido un PSA reportado con más de dos decimales, impidiendo estar seguro de su significado. Ejemplo: 2.456 puede significar 2.46 aproximando, o 2456. Hay exámenes practicados por profesionales que desconocen el tema. Lo veo constantemente en reportes ecográficos de radiólogos que no tienen idea de ultrasonido, pues estudiaron radiología, y son medios totalmente diferentes. Y el médico tratante queda sin comprender qué sucede, y el paciente quejándose. Es común que los exámenes resulten normales, pero el paciente continúe claramente enfermo. ¿Sabían que ante dolor abdominal agudo el protocolo requiere un TAC? Esto ya ha causado muertes. Una simple ecografía podría suministrar diagnóstico inmediato. Pero no es parte del protocolo gracias al cartel de la Radiología, del cual hablaremos más adelante. Todo ello debilita al médico tratante a tal punto que ya existen “enfermos” que literalmente extorsionan a sus médicos mediante amenazas y exigencias de dinero. Y esto se ha tornado tan frecuente, que algunos colegas sugieren crear una base de datos con nombre e identificación de dichos extorsionistas, para evitar atenderles. Por eso ya no hacemos asesoría para reclamaciones en salud, pues hay “enfermos” extorsionistas que solo buscan aprovecharse de los médicos, vulnerables ahora por protocolos errados. ¿Solución? ¿Las bases de datos? Quizás….
Y para finalizar, el cuarto grupo lo constituyen los mismos colegas. Ejemplo: el Cartel de la Radiología, compuesto con por algunos pocos radiólogos faltos de ética, que, ante la imposibilidad de destacarse en su especialidad, crearon una ley con complicidad de un magistrado que no sabía nada de radiología ni de ultrasonido: La ley 657 del 2001, que pretendía y pretende que solo los radiólogos puedan practicar ultrasonido, arrebatándoles el trabajo a sus colegas médicos dedicados al ultrasonido. La radiología y el ultrasonido son totalmente diferentes: El ultrasonido debería, según la OMS enseñarse a todos los estudiantes de medicina, pues es seguro, indoloro y tiene múltiples ventajas sobre la radiología. Los Rayos X son cancerígenos del grupo 1 según la OMS, tienen muchas limitaciones que el ultrasonido no tiene, y el ultrasonido suelen dar mejor diagnóstico en tejidos blandos. El cartel de la Radiología, incapaz de competir, decidió bloquear el trabajo de sus colegas. ¡Vergonzoso!
Es inaceptable que médicos procuren robar el trabajo a sus colegas. Incluso el código de ética médica lo rechaza. Es inaceptable que estemos expuestos a extorsiones y chantajes de pacientes y autoridades de la Salud. Es inaceptable que debamos soportar condiciones laborales inferiores a las de una empleada doméstica. Es inaceptable que nuestros propios colegas violen la ética y nos roben el trabajo. ¡Es un irrespeto a nuestra profesión! ¡Se requiere la unión de los médicos!
Gonzalo Ernesto Díaz Murillo Doctor en Medicina y Cirugía Universidad Nacional de Colombia – Ultrasonido drGdiaz.com