INICIO DE LA VACUNACIÓN CONTRA EL COVID 19: POCO POR CELEBRAR, MUCHO POR CUESTIONAR
César Manuel Carrillo Martínez MD
El 15 de febrero de 2021 Colombia recibió 50.000 dosis de vacunas contra el COVID 19. Se trata del primer envío con el que se inicia un programa de vacunación que, según el presidente Iván Duque, protegerá la salud de los habitantes de Colombia y reactivará nuestra economía. Pero este destacado hecho debe ser tomado como ¿motivo de orgullo patrio o vergüenza internacional?
Realmente Colombia se ubica en el grupo de los últimos países de Latinoamérica en iniciar la campaña de vacunación no solo en el tiempo, también en el número de dosis. Países en condiciones similares nos aventajan: Chile ha aplicado más de 1,8 millones de dosis en un programa que inició el 24 de diciembre de 2020; México empezó el 29 de diciembre, Argentina y Costa Rica en la última semana de 2020, y Venezuela inició el 13 de febrero de 2021 con 100.000 dosis. El portal Our World in Data, de la Universidad de Oxford, muestra los países que nos aventajaron en iniciar la vacunación.
Colombia es el país con el menor número de dosis recibidas al inicio del plan de vacunación con 50.000. México recibió esta semana 870.000, Perú 700.000 y Venezuela 100.000
[1] dosis. El 16 de enero de 2021 India inició la mayores campañas de vacunación del planeta [2]
Según cifras de la Universidad Johns Hopkins, Colombia ocupaba el tercer lugar en número muertes por Covid en Latinoamérica después de México y Brasil [3] . Aun así, el presidente de Colombia posa en los medios de comunicación como si hubiera obtenido un gran triunfo
¿Y cómo llegamos a esta trágica realidad?
Colombia pasó de ser un país que fabricaba y exportaba vacunas de uso animal y humano a Latinoamérica y el mundo, a ser comprador o limosnero de estos medicamentos esenciales. En el siglo XX el país exportó millones de dosis de biológicos contra la viruela, la rabia, la tuberculosis, la fiebre amarilla, la difteria, el tétanos, la tos ferina y el cólera a más de 20 países [4] . Colombia se anotó un gran éxito al erradicar la viruela, en los años 70s, con vacunas fabricadas en la antigua planta del Instituto Nacional de Salud –INS-.
A finales del siglo XX, las autoridades políticas y sanitarias no se habían adaptado a los exigentes protocolos de “buenas prácticas de manufactura” de la Organización Mundial de la Salud en la producción de vacunas y fármacos. En agosto de 1995 Colombia signó estos protocolos que buscaban estandarizar los procedimientos de garantía de la calidad en la fabricación de medicamentos, pero nada hizo para implementarlos.
Cuando el INVIMA exigió al INS el cumplimiento de estos protocolos los gobiernos centrales optaron por la vía más cómoda: la asfixia presupuestal. Resultaba más económico comprar los productos de alta calidad a multinacionales farmacéuticas, que fabricarlos por la industria nacional.
Se inició un vergonzoso retroceso debido a la asfixia presupuestal y erróneas decisiones políticas gubernamentales. El monitor del presupuesto nacional de los últimos veinte años refleja la política estatal de no invertir en ciencia y tecnología. Eran los tiempos de la “apertura económica”, los “TLC”, el “Consenso de Washington” y la “confianza inversionista”. Los presupuestos de Andrés Pastrana (1998 -2002) y Álvaro Uribe (2002 – 2010) expidieron el acta de defunción a la industria farmacéutica nacional. Estos gobiernos tenían otras prioridades y ni siquiera le pasaban al teléfono a los directores del INS que trataban de evitar el cierre de la fábrica de vacunas. Mientras tanto, la OPS y con la OMS guardaron un silencio cómplice. Tan mal estará la industria farmacéutica nacional en 2021, que ni siquiera podemos ofrecer la maquila de reenvasar estos biológicos [5]
La pandemia golpea más a los pobres y la periferia
Según estudios suministrados por el economista Diego Otero Prada, las siguientes cifras hablan por el papel del gobierno colombiano en el manejo de la pandemia.
- La mayoría de las muertes por el Covid-19 del 2 de marzo de 2020 al 17 de enero de 2021 se concentran en los estratos 1, 2 y 3, para un total de 87,73 por ciento
- Los estratos 5 y 6 explican solamente el 3,0 por ciento.
- El estrato 3 y 4 el 5,7 por ciento
- Según nivel de escolaridad, los más proclives a morir son los que tienen solamente educación básica primaria, seguido por los de educación básica secundaria, localizados en los estratos 1, 2 y 3.
- Para los que tienen educación técnica, normalista, tecnológica, profesional, especialización, maestría y doctorado, la distribución de las defunciones están por debajo del 1,0 por ciento.
- Por cada 100 000 habitantes mueren más hombres 161.2 contra 91,9 mujeres.
- Por departamentos, las tasas de mortalidad más altas están en Amazonas con 201 por cada 100 000 habitantes, seguido por Norte de Santander, con 173,1, Atlántico con 172,9 y en cuarto lugar Bogotá con 168,2. El total nacional fue de 124,2
Citando al economista Diego Otero opinamos con él “Dado que la campaña de vacunación apenas empezará a finales de febrero, esto tendrá poca incidencia en la mitigación y quiebre de la pandemia en el primer semestre. El virus tiene su lógica cíclica, lo que hay que hacer es lo que no se ha hecho: pruebas, pruebas y pruebas, control, trazabilidad y aislamiento de contactos; ayudas monetarias a la gente; higiene personal; medidas preventivas de aislamiento; evitar aglomeraciones, y esperar”.
Como puede verse, las consecuencias se miden hoy en número de muertes, desempleo, pobreza y atraso. Hacer conciencia de la situación dramática por la que actualmente pasa nuestra salud pública debe hacernos reflexionar en la necesidad de verdaderos cambios políticos que busquen priorizar las personas, sobre la economía, que inviertan significativamente en ciencia y tecnología y que impulsen decididamente la industria nacional.
Bogotá febrero 17 de 2021