POEMA 176. Conversación con el olvido (2016)
Hernán Urbina Joiro
En Colombia se miden las distancias
por lo que dura el mitigar del recorrido,
una botella, cinco tabacos, siete tonadas,
en especial en el desierto guajiro.
Una sola canción nos separa
de Riohacha,
de gente indígena añangotada
sobre el suelo amarillo,
mirando al silencio con la larga mirada
de quién ha abandonado hasta el olvido.
Entierran por miles a sus hijos muertos por el hambre,
por males de la desidia,
Guajiro, pueblo aparte,
que en La Conquista fue ingobernable
hasta que el olvido, que cruel olvida,
lo confinó entre paredillas
de barro, a lo miserable,
donde quiera arriman.
Guajira, departamento rico,
se ha dicho,
pero es riqueza que suele pasar
para moldear
el sufrimiento del pueblo y de sus indios,
corrientes de dinero nada han solucionado,
alimentan la corrupción.
El Sistema Nacional de Regalías dio de presupuesto
658.733’585.242 de pesos
en 2016. El indígena anda peor.
Se oye un motor
a pocos metros del refugio Ipuana,
allá, en calles pavimentadas,
rugen con terror
carros de alta gama.
En Ipuana, ¿con quién conversar?
Con esa mirada,
con ese silencio de olvido ancestral
que escucha con los pies hundidos en la nada.
No necesitan campañas mediáticas,
ni quieren mendicidad,
quieren desarrollar
sus destrezas pragmáticas
de milenios de edad,
vincularlas al progreso sin deformar
su naturaleza originaria.
Gracias, María Ipuana, me despido. Me voy,
quiero ir a casa. ¿A qué distancia estamos, conductor amigo?
A una sola canción,
la que silba el olvido.