SALUD 2020, BOGOTÁ
Jaime Enrique Cuervo Saavedra
En los inicios de una novedosa administración en la capital de la república, asoman luces de esperanza y cambio en diversos sectores, entre ellos, de manera fundamental en la salud.
Este sector, publicitado de manera desproporcionada sin ton ni son manejado a su antojo, y maltratado durante la anterior administración, merece sin duda, un enfoque que permita dialogar, tender puentes y proponer soluciones a la problemática que, bajo una visión autoritaria, carente de lógica y de racionalidad orientó la gestión casi siempre dogmática, intransigente e intolerante con enfoque «urbanístico » del reciente e impopular mandato.
Las condiciones de trabajo de los médicos al servicio del Distrito, continúan en franco deterioro. Como lo afirmábamos hace poco: la relación médico-paciente está enmarcada en un modelo esencial de productividad en el que el contacto con el paciente es algo fugaz y apremiante, signado por la angustia de los profesionales para cumplir estándares y del paciente que ve limitadas sus posibilidades de un mínimo diálogo con su médico. Nada de esto cambia: el mercado organiza, define y ordena sin posibilidad de cambio.
En este contexto, no es de extrañar la poca atención y la displicencia con la cual la administración Peñalosa y su publicitado secretario de salud, enfocaron la negociación del pliego de peticiones que dentro del marco de la ley presentaron las organizaciones sindicales, agrupadas en la Alianza Medica.
Aspecto prioritario en este pliego, constituyen los derechos de los colegas que trabajan bajo la modalidad de órdenes de Prestación de Servicios y similares. El desempeño de los trabajadores en estas condiciones cumple a la luz del ordenamiento jurídico lo estipulado en un contrato de trabajo: 1) actividad personal del trabajador 2) subordinación del trabajador 3) salario como retribución del servicio. La realidad jurídica es contundente: existe contrato de trabajo, y no deja de serlo, por razón del nombre, que se le dé, ni de otras modalidades que se le agreguen. Desde luego, el objetivo del contrato de trabajo es promover mejores condiciones de vida de quienes laboran en cualquier modalidad.
Sin embargo, la correlación de fuerzas en un contexto político desfavorable, no ha permitido avances importantes en la tarea de lograr el reconocimiento del trabajo humano como lo primordial en la prestación de los servicios de salud en el Distrito.
En unas condiciones diferentes, con un enfoque que esperamos, permita la construcción de espacios legales, políticos y sociales que posibiliten el desarrollo de las diferentes concepciones sobre la operatividad del sistema de salud en Bogotá y en especial las condiciones de trabajo, el desafío es la búsqueda de consensos que den la oportunidad de superar gradualmente las contradicciones entre la religión del mercado , y las justas aspiraciones de los trabajadores de la salud en general y de los médicos en particular, sin permitir escenarios en los cuales sencillamente se silencie a los trabajadores y sus organizaciones.
A estas alturas, es necesario e indispensable, diseñar estrategias, que permitan encauzar demandas insatisfechas, aspiraciones no cumplidas, que deben concretarse en derechos inalienables.
No es realista, pensar en una futura negociación en la cual no se termina negociando nada. Es necesario enfocar las fuerzas en una negociación en la cual se pueda construir sobre los intereses que unen a los diferentes actores, basados en el presupuesto de la credibilidad, a la cual le apostaron los bogotanos a partir del 2020.
Citando a Eduardo Galeano: “decimos no a la cultura dominante de los grandes medios de comunicación, que nos invitan a confundir el mundo con un supermercado o una pista de carreras, donde le prójimo puede ser una mercancía o un competidor…”
“Es el momento de decir no al miedo de decir, al miedo de ser, al miedo de hacer”